Para analizar lo ocurrido la semana pasada y especular sobre una salida corresponde recordar que la confianza es básica en todos los aspectos de la vida económica. Por ejemplo, nadie acapara leche porque se confía en que siempre habrá dónde comprar. Cuando esa confianza desaparece hay problemas.

Y el lunes tambaleó la confianza en el rumbo económico, por lo que muchos vendieron bonos y acciones y compraron dólares. El desencadenante fue el resultado de las PASO (sin ellas no habrían primera vuelta trucha ni esta larga e inestable transición), porque operaciones de cobertura, incluyendo la posibilidad de una revaluación del dólar oficial, hubo las dos semanas previas, como lo mostró la cotización del blue, pero los votos rompieron las previsiones. No por Javier Milei, como el gobierno pretende instalar, sino por los tres candidatos principales en diferente medida.

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Comenzando con Sergio Massa lo primordial es que continúa siendo competitivo. No sólo por la poca diferencia entre las tres primeras agrupaciones sino porque con seguridad en octubre se moverá el aparato peronista, ausente en las PASO. Significa que tiene posibilidades alguien que no es pro mercado (en todo caso será pro empresas –o pro algunos empresarios-) y Ministro de Economía y en consecuencia continuidad de una gestión fracasada de la que es pilar desde 2019. Es decir, alguien de quien se duda que ponga razonabilidad en su gobierno, más cuando las principales listas de legisladores de Unión por la Patria tienen mayoría kirchnerista, y que al ejercer actualmente un cargo estaría tentado de impulsar cualquier cosa, sensata o no, con tal de llegar al balotaje.

El Massa ministro le complicaría las cosas al Massa presidente aunque al Massa candidato no le importe, pero también le complicaría la vida al resto de los argentinos hasta diciembre y más allá, y por eso la búsqueda del refugio cambiario. En un país serio un funcionario candidato no es grave, por los contrapesos de poderes, pero en Argentina agrega incertidumbre. Por su parte, Patricia Bullrich, quien podría aportar seriedad, luce debilitada porque las propuestas de Juntos por el Cambio quedaron ocultas por los términos de su disputa con Horacio Rodríguez Larreta. Dejaron la impresión de dos que creían tener ganada la Presidencia y a quienes sólo les importaba derrotar al otro.

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Asumieron solos el papel de “casta”. Una coalición con peso territorial, capacidad de avanzar en el Congreso, equipos profesionales, tendencia favorable a una economía más abierta y menos intervenida y vocación de respeto institucional tal vez no conduzca el Poder Ejecutivo. Eso ensombrece el panorama.

Queda Milei, quien presentó propuestas concretas, muchas de ellas interesantes (y algunas que podría compartir JxC), pero que hace temer fricciones institucionales. Así como sabe que existe la restricción presupuestaria debería reconocer que también lo hace la restricción institucional, que incluye el Congreso. No es una barrera infranqueable pero sí una realidad a considerar, e implica la necesidad de votos de diputados y senadores de otras fuerzas como JxC, a cuya candidata ataca en lo personal. ¿Cómo negociará con sus bloques? Y eso si quiere hacerlo y no pretende avanzar a fuerza de decretos o de abuso de consultas populares.

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Entonces, hay un antimercado con chances, una pro mercado en problemas y un pro mercado flojo en institucionalidad.

En ese contexto las medidas del lunes no trajeron calma. La revaluación del dólar debió hacerse hace un año, cuando había confianza en la supuesta capacidad política de Massa, y hoy nadie se acordaría de ella. Sola, no como parte de un plan integral, sirve de poco. Para contrarrestar sus efectos cambiarios el Banco Central subió la tasa de interés así las personas mantengan su dinero en depósitos en vez de comprar dólares. Pero esa tasa también es la que el BCRA paga por las Leliq, es decir, él mismo encarece su deuda y aumenta el riesgo de un próximo plan Bonex. Asimismo, no volvería a subir la cotización oficial del dólar hasta octubre. Pero si, usando estimaciones moderadas, los precios subieran diez y doce por ciento en agosto y septiembre, para octubre habría que actualizar la cotización al menos 23 por ciento, más que el lunes pasado. Y aunque estos días se hicieron acuerdos de precios ellos sólo sirven como amortiguador cuando está en marcha algo serio o ante una sobrerreacción sin base cuyo final esté cerca, pero no está claro que sea la situación actual.

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¿Qué sería razonable hacer? Intentar fortalecer la confianza. Milei, mostrando que puede compatibilizar reformas profundas con respeto a las instituciones. Bullrich, destacando propuestas y calidad de equipos.

Con el gobierno es más complicado. Primero debería decir algo, tratar de empatizar con la población. Sus líderes no pueden borrarse en un momento crítico, aunque sea una tradición kirchnerista (Cromañón, Río Turbio, Once, La Plata, pandemia…). Luego debería presentar medidas de cierta profundidad y visos de perdurabilidad, aunque si no lo hizo en mejores condiciones es difícil esperarlo ahora.

Hay quienes piden la renuncia de las cabezas del gobierno, lo que sería constitucional pese a posiciones en contrario. La prohibición es a durar más tiempo del correspondiente al período legal, no a durar menos. Por algo el Congreso tiene la facultad de analizar las dimisiones a sus cargos de Presidente y Vice. Pero sin planes no aportarían mucho.

Los ansiosos y drásticos también deberían recordar que si Alberto Fernández cesara anticipadamente lo sucedería Cristina Fernández. Si ella también abandonara, las autoridades siguientes deberían convocar a la Asamblea Legislativa para elegir un Presidente hasta diciembre. Poder Ejecutivo y convocatoria corresponderían, en orden sucesorio, a Claudia Ledesma Abdala de Zamora, presidente provisional del Senado, Cecilia Moreau, presidente de Diputados, y Horacio Rosatti, presidente de la Corte Suprema de Justicia. La persona a elegir como Presidente de la Nación debe ser legislador nacional o gobernador. Entonces, Oscar Parrilli, Rodolfo Taihlade o Juan Manzur estarían disponibles. Claro, también Alfredo Cornejo o Ricardo López Murphy.

Hay de todo, como en botica. Ojalá se encuentre confianza en algún estante.